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Emblema_Warhammer_Total_War_Von_Carstein
Vampiros_Von_Carstein_por_Pat_Loboyko.jp

Lahmizzar fue el rey de Lahmia que encabezó la primera revolución contra Nagash. Tuvo un hijo, Lahmizzash, que fue quien logró expulsar finalmente al nigromante de sus tierras. Lahmizzash tuvo una hija, Neferatem, que posteriormente se convertiria en Neferata, la bella muerte. Tras el fallecimiento de la madre de Neferatem, Lahmizzash desposó a otra reina, una hermosa mujer conocida como Nefarazi, descendiente del linaje del gran Nagash. El hijo de Lahmizzash y Nefarazi fue Nalakhazar, y el hijo de éste fue Lahkashaz, soberano de Khemri hasta que el general Setep usurpara su trono. Y se creyó que su linaje moría con él, pues Setep mató a todos los que vivían en el palacio.

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Pero Lahkashaz tuvo un hijo con una de sus concubinas: un muchacho alto y fuerte llamado Vashanesh. Poseía toda la nobleza de Lahmizzar y la genialidad estratégica de Lahmizzash, y su sangre contaba con las dotes de mando de Neferata y la fuerza y resistencia de Nagash. Vashanesh escapó a las purgas de Setep haciéndose pasar por un soldado leal, y fue enviado a Lahmia. Sabía que el pueblo de Khemri había apoyado la rebelión de Setep porque no podía seguir tolerando que su rey ignorase la decadencia (y, según se rumoreaba, las prácticas de magia negra) de los nobles de Lahmia. Estaba decidido a descubrir cuánta verdad había en aquellos rumores y encontrar aliados contra el usurpador.

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Cuando Vashanesh llegó a la corte de Neferata, exigió una audiencia privada con la reina. Ushoran, el Señor de las Máscaras, salió a su paso y se burló de su arrogancia, pero Vashanesh se limitó a ignorarle y pasar de largo. Abhorash, el gran guerrero, se adelantó y puso el filo de su espada en el cuello de Vashanesh, pero éste ni siquiera se inmutó, y apartó la hoja de Abhorash con la mirada fija en Neferata. Con un ademán de su mano, la reina echó de la sala a todos los miembros de su corte, incluido su fiel consejero W'soran. Una vez solos, Vashanesh Le contó todo lo que sabía de los planes de Setep, y ella le confesó la verdad sobre su corte. Prometió proteger a Vashanesh de Setep si a cambio él disciplinaba a sus soldados y a su corte como su rey. Aquel mismo día contrajeron matrimonio, y aquella misma noche Vashanesh bebió el Elixir de la Vida.

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Pero aun con la gran sabiduría y liderazgo de Vashanesh, las semillas de la tiranía sembradas por el general Setep habían arraigado profundamente, y con el tiempo un nuevo aspirante, Alcadizaar, reunió un inmenso contingente procedente de todas las provincias y ciudades de Nehekhara. Pese a todo su poder y su habilidad, la ciudad no pudo resistir el ataque de semejante ejército y fue arrasada, y sus soberanos vampíricos se vieron obligados a huir.

Finalmente, el séptimo Primogénito llegó a Nagashizzar, tal y como el gran nigromante había augurado. Nagash percibió inmediatamente que Vashanesh era el más grande de todos ellos, y que era consciente de la necesidad de controlar a sus sanguinarios hermanos para que no acabaran destruyéndose a sí mismos. Así, para consternación de los demás, le obsequió con un anillo mágico, un anillo que le aseguraría una resurrección instantánea tras cada una de las muertes que sufriese, así como el poder de controlar a sus hermanos vampiros. A cambio, el nigromante exigió la lealtad de todos los vampiros, pues de lo contrario los maldeciría a todos para siempre.

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Por supuesto, se trataba de una trampa, pues el anillo obligaba a Vashanesh a cumplir las órdenes de Nagash; y a través de él, todos sus hermanos se convirtieron en esclavos del nigromante. Y aunque Nagash otorgó a los vampiros poderes y percepciones nuevas para vencer al ejército de Alcadizaar, pronto fue evidente que no le importaban en lo más mínimo sus batallas ni sus objetivos. Vashanesh maldijo el nombre de Nagash y se negó a seguir sometiéndose a su voluntad. Urdió un plan para deshacer el control que ejercía sobre él. Estando en el campo de batalla, desafió a Alcadizaar a un duelo. El rey de Khemri no era rival para el vampiro, pero Vashanesh bajó la guardia deliberadamente para que su adversario pudiera decapitarle. Con su muerte, el control mágico se desvaneció, y los vampiros huyeron una vez más de las tierras de Nehekhara. La maldición de Nagash les alcanzó, pero por lo menos ya eran libres.

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En cuanto a Vashanesh, se desvaneció sin dejar rastro. Pero no murió, y siglos después fue descubierto por los Strigoi en su lejana fortaleza de Kislev; luego volvió a desaparecer de los anales de la historia. Las leyendas de La época de Sigmar sugieren que tal vez ayudó al rey divino a destruir a Nagash, y no son las únicas historias que se cuentan, pero nada hay confirmado. Desde luego no había indicios alguno de las acciones decisivas que caracterizaron a aquel insigne vampiro en los tiempos de Lahmia. Y, con el tiempo, desapareció todo rastro de Vashanesh.

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Nagashizzar_por_John_Blanche.jpg

Y entonces, dos mil años después de la traición de Nagash, apareció en Sylvania un hombre que se hacía llamar príncipe Vladimir von Carstein, y que afirmaba ser el heredero de Vashanesh. Para algunos fue evidente su disfraz: se trataba sin ninguna duda de Vashanesh, ataviado con distinta indumentaria. Otros sostenían que había algo distinto en él, algo muy diferente al Vashanesh que conocieron. Por su parte, el príncipe Vladimir jamás habló de su pasado ni utilizó ningún otro nombre. Si alguna vez fue Vashanesh, había dejado de serlo.

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Lo primero que hizo el príncipe Vladimir fue ayudar a Vanhel a dominar el arte de la nigromancia. Crearon un gigantesco ejército de muertos vivientes para rechazar la amenaza de los skavens; después, Vlad volvió a desaparecer de la historia. En los siglos posteriores aparece esporádicamente en los registros históricos de esa región maldita, pero no fue hasta una fatídica noche de 1797 cuando volvió a ejercer su influencia sobre el destino de las naciones. Al contraer matrimonio con Isabella, puso en marcha un plan que sumiría al Viejo Mundo en una guerra devastadora que duraría ciento veinte años, una batalla que se cobró las vidas de innumerables viejomundanos, socavó la fuerza del Imperio y sólo pudo ganarse mediante un terrible sacrificio y una suerte sorprendente. Los relatos de aquellas batallas se han contado muchas veces en otros sitios, y no necesitan volver á narrarse aquí.

El final del reinado de los von Carstein llegó en la terrible y sangrienta batalla de Hel Fenn, donde Manfred von Carstein, el último de los Condes Vampiro de Sylvania, murió a manos del Conde Elector de Stirland. El último de su estirpe también murió en la batalla y así se acabaron las Guerras Vampíricas en el Imperio. Sin embargo, éste no fue el fin de los von Carstein en el Imperio, pues muchos otros vampiros de este clan sobrevivieron impertérritos, y su influjo en Sylvania no pudo deshacerse. Quién puede decir cuántos hombres excéntricos todavía conservan la maldición en sus venas, o cuántos Vampiros se ocultan en los castillos encantados o en los siniestros bosques de Sylvania.

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En las leyendas del Imperio los nombres de los Condes Vampiro todavía se recuerdan con terror: Vlad e Isabella, los primeros gobernantes inmortales de Sylvania. Pieter y Emmanuelle von Carstein, que degollaron cien doncellas en una sola noche para saciar su sed. Fritz von Carstein, El Que no Conoce la Piedad. Konrad, el demente Conde Sanguinario, y Manfred von Carstein, el más sabio y más astuto de todos, un genio retorcido y el más poderoso de los Vampiros en el dominio del arte de la nigromancia.

Sus actos cambiaron el mundo para siempre, y cuando Mannfred volvió a renacer, le recibieron con los brazos abiertos y apoyaron de nuevo sus grandiosos planes de conquista y dominación. El clan von Carstein ha regresado, y su voluntad será ley una vez más.

Guerra_Vlad_Condes_Vampiro_por_Alex_Boyd
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